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El Cultivo del Rosal

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Tipos de Rosales:

Todas estas formas se utilizan en la decoración de jardines, mientras que para el cultivo de flor cortada, se emplea exclusivamente la forma de rosal de porte bajo.

Exigencias del cultivo:

Las exigencias del rosal respecto al suelo son muy pocas, ya que la rusticidad es una de sus principales cualidades, adaptándose, por lo tanto, a la mayoría de los suelos; además, la elección de un porta injerto propio para cada clase de terreno aumenta las posibilidades de cultivo del rosal. Sin embargo, el rosal prefiere terrenos profundos, fértiles, bien abonados y, en general, los de composición media, y contenido bastante apreciable de cal.

Hay muchas variedades rústicas que resisten las temperaturas inferiores a 0ºC. Sin embargo, en climas muy duros y en variedades sensibles, es necesario suplir su poca resistencia con las debidas protecciones invernales.

La orientación se prefiere, en general, soleada.

cuidados-rosales-3Plantación:

Se puede plantar en otoño, en noviembre-diciembre, o en primavera, de enero a marzo. La plantación otoñal suele dar mejores resultados, con tal de que no se trate de un clima muy frío, que podría ocasionar daños en las plantas todavía no bien arraigadas.

Se prepara el terreno en el año anterior, si plantamos en otoño; y en el otoño anterior, cuando plantamos en primaveral.

Se hace un desfonde de unos 50-60 centímetros de profundidad, enterrando, a unos 30-35 centímetros, una cantidad de estiércol suficiente en el área a sembrar. Por lo menos tres semanas antes de la plantación se añade, además, un abonado  por área.

El rosal necesita mucha cal, esta influye sobre el colorido de las rosas, intensificando los colores oscuros y palideciendo los claros.

Las plantas se preparan cortando todas las raíces dañadas con un corte limpio. Si la plantación es primaveral, entonces se poda también la parte aérea y si no, se planta sin podar, haciéndolo en la primavera siguiente.

Al plantar, se coloca el rosal en el hoyo de forma que queden las raíces en su posición natural y que el cuello de la raíz (el punto de injerto en los rosales bajos) esté al ras del suelo.

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A los rosales de tallo alto hay que ponerles tutores.

Cuidados:

Durante el verano hay que dar las labores y riegos necesarios. En el mes de enero, cada año, se da una cava profunda, enterrando una cantidad de estiércol descompuesto inferior a la aportada la vez primera.

Hay que cuidar de ir quitando las flores marchitas, que se suelen cortar junto con las dos hojas más cercanas a ellas.

La protección invernal sólo se precisa en climas muy fríos.

Poda:

Esta es una de las operaciones más delicada y la que más práctica y experiencia personal exige del cultivador de rosas.

El rigor de la poda depende del vigor de la planta en cuestión; las plantas débiles se podarán más corto que las vigorosas. El vigor, por otra parte, depende de otros muchos factores: variedad, edad de la planta, condiciones en que se cultiva, etc. A los rosales de jardín se aplicará una poda menos rigurosa que a los rosales cultivados para flor cortada.

En las primeras podas hay que fomentar que las plantas formen un armazón de ramas fuertes, y sobre todo, un sistema radicular potente.  Por ello y sobre todo tratándose de variedades delicadas,  no se dejan florecer los rosales en el primer año e incluso en algunos casos hasta finales del segundo.

Se verifica la poda, en nuestros climas, desde finales de diciembre hasta primeros de febrero, buscando siempre el momento en que hayan pasado las grandes heladas y que aun no hayan brotado las plantas. En las regiones donde las heladas tardías se presentan con frecuencia, conviene podar ya iniciada la brotación de las yemas terminales. De esta forma conseguimos que el rosal podado empiece a vegetar mucho más tarde, cuando ya ha pasado el peligro de los grandes fríos.

Como regla general, se suprimen las ramas viejas y deterioradas. Si el ramaje está demasiado denso, se cortan las ramas peor situadas y las que se estorban. El primer año, al plantar, siempre se poda muy corto. Lo más corriente es podar con tijera, teniendo siempre el cuidado de no hacer los cortes al ras de la última yema, sino a un centímetro por encima de ella, aproximadamente.

images (1)Reglas particulares de poda:

–          Rosales bajos: Si la variedad en cuestión es de vigor débil o medio, se aplicará un poco corta, o sea, dejando, como término medio, unas tres ramas podadas a dos o tres yemas.

En las variedades vigorosas que no tienen el defecto de abortar las yemas inferiores, se podará más largo. Se dejarán más de tres ramas, podándolas a cinco o seis yemas. Si la variedad tiende a abortar las yemas inferiores, entonces habrá que atar, además los brotes podados en posición más horizontal de la corriente (a veces incluso arquearlos hacia el suelo), hasta conseguir una floración abundante a lo largo del brote.

–          Rosales altos: Tratándose de las mismas variedades que en el caso anterior, la poda será idéntica. La particularidad en este caso es que hay que formar la copa, que ha de ser siempre equilibrada y lo más simétrica posible.

–          Rosales arbustivos: Al plantar se dejan de tres a cinco ramas bastante cortas.

Fuente:

–          Cultivo del Rosal por Juan Gostinchar. Madrid, 1945.

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