Publicado el 12/07/2012 por info@agrobeta.com
LA MOSCA BLANCA DEL TABACO BEMISIA TABACI.
Con el nombre vulgar de moscas blancas se conocen a insectos de la familia Aleyrodidae cuyos adultos tienen el cuerpo recubierto de una fina capa de polvo blanco de aspecto harinoso (aleyron = harina), producido por unas glándulas ventrales.
Bemisia tabaci, conocida también como mosca blanca del algodonero o de la batata, tiene su origen en las regiones del centro del oriente asiático. Recientemente, un biotipo nuevo (biotipo nuevo para algunos taxónomos o especie nueva para otros) se ha extendido, en corto plazo de tiempo, por diversas regiones europeas y americanas, originando grandes pérdidas en los cultivos afectados. Este biotipo, tan agresivo, parece originario de Sudamérica y añade a la gravedad de los daños directos, el peligro de ser vector de un gran número de virosis, entre las que se encuentran algunas que afectan al tomate.
Se trata de una especie polífaga que parasita más de 300 especies de plantas, pertenecientes a más de 63 familias botánicas, incluyendo ornamentales, malas hierbas y cultivos hortícolas. Pero este biotipo B se ha encontrado asociado a más de 600 especies de plantas distintas, extendiéndose por las regiones tropicales y subtropicales; así como en los invernaderos o cultivos protegidos de regiones templadas.
MORFOLOGÍA Y CICLO DE VIDA.
Las especies de mosca blanca presentan cuatro estados diferenciados: huevo, larva, pupa y adulto. A su vez el estado de larva tiene tres estadios (I, II y III). Existen algunas discrepancias en la utilización del término pupa, que no lo es realmente, ya que existe alimentación en la primera parte del estado, y la transformación en adultos se produce en la parte final del mismo, sin que exista una muda pupal. Por ello sería más correcto el nombre de ninfas en lugar de larva (I, II y III) y ninfa IV para la pupa. Sin embargo la terminología larva-pupa sigue utilizándose en la actualidad.
Los adultos, revestidos de una secreción cérea pulverulenta blanca, tienen los ojos de color rojo oscuro, con dos grupos de omatidias unidas en el centro por una o dos de ellas. En reposo las alas se pliegan sobre el dorso formando un tejadillo casi rectangular.
Los huevos son elípticos, asimétricos. Las larvas son ovaladas, aplanadas, de color blanco amarillento y translúcidas. En todos los estadíos el contorno es irregular.
La hembra deposita preferentemente los huevos en el envés de las hojas, unidos a ellas mediante un pedicelio que es insertado en el tejido hospedante, aunque en algunos cultivos prefiere el haz. Los huevos se disponen de forma aislada, en grupos irregulares o en semicírculos, los cuales traza a modo de abanico con su abdomen sin moverse del sitio, pues no abandona su actividad de comer mientras los pone. Pueden o no estar recubiertos por una secreción cerosa blanca.
El estado larvario dura aproximadamente un mes. Durante los tres primeros estadios, la larva se alimentará succionando jugo de la planta de tal forma que, en caso de que esta se secase o muriese, ella también moriría. En el primer estadio se mueve unos pocos milímetros para buscar su propio lugar y clava su aparato bucal en el tejido de la planta. El segundo estadio es típico por la cremosa transparencia y por el desarrollo de patas y antenas rudimentarias. En el tercer estadio aumenta el tamaño y es de una transparente cremosidad. En el cuarto y último estado larvario no es necesaria la ingesta de alimento, adquiere un color verdeamarillento, empieza a abultarse y se hacen visibles dos ojos rojos. Transcurridas las cuatro semanas emergen el adulto de la pupa.
El tiempo de desarrollo de esta especie de mosca blanca depende principalmente de la temperatura, de la planta huésped y de la humedad. Algunos investigadores han estudiado la duración del desarrollo de huevo a insecto adulto a diferentes temperaturas. En algodón el ciclo suele ser de dos a tres semanas en verano. El tiempo necesario para el desarrollo es menor según aumentan las temperaturas. El desarrollo del insecto es óptimo a temperaturas altas (unos 30-33º C). Por encima de 33º C el ritmo de desarrollo decrece rápidamente de nuevo. No sólo es importante el tipo de planta huésped, sino también la calidad nutricional del cultivo. Situaciones de estrés tales como una baja intensidad luminosa, altas temperaturas y extrema humedad, pueden influir sobre el desarrollo directa o indirectamente.
DAÑOS CAUSADOS POR B. TABACI EN CULTIVOS EN INVERNADERO.
Los daños causados por esta especie de mosca blanca en cultivos hortícolas en invernaderos pueden ser:
a) Directos. Producidos por la succión de savia. En este proceso se inyectan toxinas a través de la saliva lo que ocasiona el debilitamiento de la planta y a veces manchas cloróticas. En ataques intensos se producen síntomas de deshidratación, detención del crecimiento y disminución del crecimiento.
b) Indirectos. Producidos por la secreción de melaza y posterior asentamiento de negrilla (Cladosporium sp.) en hojas, flores y frutos; lo que provoca asfixia vegetal, dificultad en la fotosíntesis, disminución en la calidad de la cosecha, mayores gastos de comercialización y dificultad en la penetración de fitosanitarios.
c) Transmisión de virus. Bemisia tabaci es capaz de transmitir gran cantidad de virosis. De entre ellas un buen número afectan al tomate. Se conoce su eficacia en la transmisión de enfermedades como:
De todas estas virosis la primera es, en la actualidad, el más extendido y pernicioso en las áreas mediterráneas, al originar una parada casi total en el desarrollo de las plantas afectadas.
La enfermedad del virus del rizado amarillo del tomate (TYLCV) o “virus de la cuchara”, como se conoce coloquialmente, es de reciente introducción en la Península Ibérica. Su fuerte incidencia en los cultivos de tomate bajo invernadero, llevando incluso al arranque de parcelas, hace imprescindible el control de su vector. La transmisión del TYLCV por Bemisia tabaci se realiza de forma persistente circulativa. Es adquirido, tanto por las larvas como por los adultos, al alimentarse del floema de las plantas infectadas. El periodo de adquisición oscila entre 15 y 30 minutos, necesitando de un tiempo similar para inocularlo. Los adultos son capaces de transmitir el virus antes de las 17 horas después de su primera ingestión, permaneciendo infectivo durante más de 8 días, hasta un máximo de 20 días. Durante ese periodo la infectividad del vector disminuye progresivamente, pudiendo readquirirlo en sucesivas alimentaciones. En ningún caso el virus se transmite a la progenie. Los síntomas en las plantas pueden aparecer a los 15 o 20 días después de ser inoculado el virus por el vector.
Al biotipo B se le considera menos eficaz que al biotipo A en la transmisión, aunque su polifagia y sus elevadas potencialidades multiplicativas hacen que se contemple como el principal dispersador de la enfermedad.
La condición de vector hace que, en las zonas donde coincide con las virosis, los niveles poblacionales de intervención sean muy inferiores a los que se establecen para la plaga productora de daños directos. Los riesgos de mayor incidencia de la enfermedad se producen en el verano y en el otoño, cuando las poblaciones alcanzan niveles máximos.
MÉTODOS DE LUCHA.
Dada la importancia de la mosca blanca Bemisia tabaci, así como los cultivos por ella afectados a nivel mundial, son muy variados los métodos de lucha ensayados y puestos a punto contra la misma. A continuación se hace una revisión, incluyendo aspectos de umbrales económicos y técnicas de muestreo, necesarios para un control efectivo racional de dicha plaga.
Técnicas de muestreo.
Las técnicas de muestreo para esta especie de mosca blanca se pueden dividir en dos grupos: aquellas destinadas al seguimiento de estados inmaduros, y las que tienen como objetivo los adultos.
Para el caso de los adultos, las técnicas de muestreo mediante trampas cromáticas adhesivas han sido ampliamente utilizadas, con buenos resultados. Para el muestreo directo en planta, de estados inmaduros han sido desarrollados métodos tanto en cultivos en invernadero como al aire libre, con estima de la población relativa o para ausencia/presencia (muestreo binomial). En cultivos en invernaderos del sur de España dicha técnica está totalmente desarrollada mediante muestreo binomial.
Métodos físicos y agronómicos.
En los invernaderos, una serie de prácticas culturales pueden contribuir a paliar la incidencia de B. tabaci:
Resistencia y tolerancia.
La utilización de variedades comerciales resistentes a la plaga o al TYLCV, no es posible todavía en la mayor parte de los casos. Sin embargo el descubrimiento de variedades tolerantes o resistentes para el vector y el TYLCV añade una nueva dimensión en el control de esta plaga y probablemente sea el camino más eficaz. Las variedades actuales de tomate no son suficientemente resistentes a TYLCV, pero existen especies silvestres con diferentes niveles de resistencia.
Métodos químicos.
En los cultivos al aire libre el control se realiza, básicamente, por métodos químicos. Una amplia gama de piretroides (cipermetrín, deltametrín, fenpropatrín, fluvalinato, bifentrín, permetrín, alfacipermetrín, cihelatrínlambda, ciflutrín, etc.) presentan aceptables niveles de eficacia, siendo recomendados con cierta asiduidad. Los productos reguladores del crecimiento como el buprofecín o el teflubenzurón capitalizan el control químico, pues además de presentar aceptables niveles de eficacia, respetan los enemigos naturales, que en determinadas zonas y épocas del año resultan bastante frecuentes. Estos productos son alternados con el empleo de endosulfán para controlar los adultos inmigrantes.
La aplicación de estos productos debe ser la adecuada ya que de ello depende la eficacia del tratamiento. El hecho de que las poblaciones se sitúen en el envés de las hojas condiciona la eficacia de los productos que actúan por contacto, siendo aconsejable la adición de mojantes. Las aplicaciones se llevarán a cabo cuando se inicie la instalación de la plaga en los cultivos jóvenes y en épocas propicias para su desarrollo. Cuando el cultivo esté avanzado y la época no sea la propicia se podrán dilatar las intervenciones. El tiempo entre tratamientos se verá reducido si las poblaciones de la mosca pueden ser portadoras de virosis. En este caso, habrá que seleccionar productos que resulten eficaces en el control de los adultos, como el endosulfán, citado anteriormente.
La estrategia en la elección de las materias activas habrá de tener en cuenta la facilidad de la especie para desarrollar resistencia. En cuanto a B. tabaci, la gama de materias activas utilizables es bastante reducida, dado que el biotipo B se caracteriza por su alto nivel de resistencia a muchos derivados organofosforados y carbamatos. Se obtienen controles satisfactorios con productos como fepropatrín, metomilo, buprofecín, imidacloprid y endosulfán.
Métodos biológicos.
En los últimos 20 años han sido abundantes los trabajos encaminados a buscar enemigos naturales y métodos alternativos para el control químico de B. tabaci, sobre todo para su aplicación en cultivos protegidos. Esto ha cobrado mayor importancia con la aparición y expansión de esta plaga. Sin embargo dentro de los autóctonos almerienses, existen hasta la fecha pocos enemigos naturales identificados y pocas especies que hayan sido probadas para el control biológico de esta plaga.
De entre los depredadores, cabe destacar la actividad de algunas especies de chinches de la familia Miridae que con cierta frecuencia se asocian al cultivo, tanto al aire libre como en invernadero. Macrolophus caliginosus, Dicyphus tamaninii, D. errans, Cyrtopeltis tenuis son consumidores activos de larvas de mosca blanca. De ellas M. caliginosusofrece las mejores condiciones para su empleo en el control de la plaga en cultivos protegidos. Las sueltas en el cultivo deben realizarse al principio de la infestación cuando las poblaciones de mosca son bajas. Estas especies, junto a Macrolophus nubilus pueden ocasionar daños a la planta, cuando las poblaciones son elevadas y los niveles de presa bajos, sin que tengan repercusiones de consideración.
Distintas especies de Anthocoridae (Orius laevigatus, O. majusculus, O. niger, O. sauteri, etc.) se nutren, ocasionalmente, de larvas de mosca blanca, aunque su incidencia en la regulación de las poblaciones parece escasa.
En las plantas que actúan como reservorios naturales, el coleóptero Delphastus pusillus (catalinae), el díptero Achetoxenus formosus y el neuróptero Chrysoperla carnea pueden aparecer, en determinadas épocas del año, en cantidades importantes y limitar el crecimiento de la plaga.
Cuando la humedad relativa es elevada, algunas larvas son afectadas por hongos entomopatógenos. Verticillium lecanii, Paecilomyces farinosus, P. fumosorosus o Aschersonia aleyridis han sido aislados de momias de larvas de mosca blanca. Del primero se comercializa un preparado, indicado para usar en cultivos protegidos, al requerir de un grado higrométrico elevado para infectar las larvas.
Varias especies de Himenópteros Aphelinidae parasitan a B. tabaci. Quizás Eretmocerus mundus es el parasitoide más ampliamente extendido en las áreas mediterráneas, siendo muy abundante en el otoño. Las temperaturas y las condiciones ecológicas pueden condicionar la actuación de estos auxiliares, que ejercen buen control en algunos hospedantes alternativos. También destacan varias especies de Encarsia (E. formosa, E. lutea, E. cibcensis, E. deserti, E. reticulata, E. nigricephala, E. transvena, E. tabacifora, etc.) que parasitan a esta mosca blanca, aunque su eficacia es menor.
Métodos ecológicos
En este caso se realiza una combinación entre medidas culturales y biológicos, aunque recientemente se viene utilizando productos a base de piretrinas (piretrinas I y II), autorizadas por el Reglamento 2003 su uso en Agricultura Ecológica, que presentan buenos niveles de eficacia a pesar de que no son sistémicas si no de contacto.
El uso de estos productos puede realizarse cada 6 días entre aplicaciones ya que son 100% biodegradables bajo la acción de la luz del sol. Se recomienda la aplicación junto a mojantes (jabón potásico, lecitina de soja, etc) para incrementar la posibilidad de contacto con los adultos.
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Métodos de lucha integrada.
La Lucha Integrada es el método de control de plagas y enfermedades en el que se emplean conjuntamente productos químicos, insectos útiles y prácticas culturales. El objetivo fundamental de este tipo de agricultura, es el control racional y eficaz de las plagas y enfermedades, reduciendo la cantidad de residuos de los productos que se van a recolectar.
Varios programas de lucha integrada, fundamentalmente en tomate y en pepino, se han puesto a punto y se emplea, a nivel comercial, en varias partes del mundo en invernadero. Hasta la fecha el control de B. tabaci en Almería se ha basado casi exclusivamente en la Lucha Química, pero actualmente se han desarrollado, y aplican a nivel comercial, programas de lucha integrada en los principales cultivos hortícolas de invernadero para su control.
lo mejor sin duda es la lucha biologica porque nunca nunca llegara afectar nuestra salud!! amblyseius al poder jejeje!
Por Isaac Santiago en Facebook | 12 julio, 2012
Estamos de acuerdo contigo. Es la lucha más ecológica y natural aunque aún se puede mejorar su eficiencia.
Por Fertilizantes Ecologicos Agrobeta en Facebook | 12 julio, 2012
siempre que se ande y se sepa trabajar con ellos esto es lo mejor porque yo digo: LA NATURALEZA ES SABIA EL SER HUMANO NO JEJEJEJE!!
Por Isaac Santiago en Facebook | 12 julio, 2012
el ser humano tendria que tomar EJEMPLO de la SABIA NATURALEZA, en vez de DESTRUIRLA.
Por Jaime Jose Cerda Fernandez en Facebook | 12 julio, 2012
ya lo creo, explotamos los medios naturales sin reparar en que son vitales para nosotros y nuestro hijos, destruimos el medio que nos da el alimento y matamos especies «solo para disfrutar», es patético. Eso sí, mas de una plaga me ha jodido las cosechas, pero no me quejo, solo utilizo productos naturales para erradicar plagas naturales. La caza, la pesca, la deforestación y la destrucción de plagas ha de ser sostenible, si utilizamos la sobreexplotación, nuestros hijos y nuestros nietos lo lamentarán. Cuiden la naturaleza y ella les cuidará a ustedes. Saludos! 🙂
Por Jose Luis Solanilla Barrantes en Facebook | 15 julio, 2012
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Por Amedar | 31 agosto, 2012
Las trampas amarillas trabajan muy bien, pero lo que más me gusta usar con excelentes resultados es el entomopatógeno verticillium lenanii, arraza con esos bichos.
También uso combinado y como sistémico en semillas, plántulas de semilleros o en plantas ya establecidas dos veces por ciclo, el imidacloprid. Este último es sistémico pero además delas moscas blancas es dañino para abejas y otros beneficiosos, solo lo uso cuando veo incontrolable la plaga o cuando, como ahora, el verticillium anda desaparecido.
Saludos.
Por Osvaldo Victores | 14 diciembre, 2012
Excelente información para los que nos dedicamos al control de plagas, gracias.
Por Hugo - Fumigaciones | 31 marzo, 2014
Quisiera saber si, mediante manipulación genética, no se podría alterar el ciclo sexual de las hembras para así combatir esta plaga tan resistente como dañina.
Por eduardo | 29 julio, 2014
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