Abonos Ecológicos Fertilizantes Ecológicos Control Plagas Agrobeta

Tienda online

Alteraciones fisiológicas en cítricos

Publicado el 09/01/2014 por info@agrobeta.com

F_Rajado_03Las alteraciones o desórdenes fisiológicos de los frutos cítricos son múltiples y variados, siendo los más significativos aquellos producidos como consecuencia de la pérdida de consistencia de la corteza (clareta, rajado..), así como los asociados a la climatología y al proceso de maduración del fruto (pixat, planxat…), que tienen estos últimos un origen en común, que es el envejecimiento de la piel por la permanencia de fruto maduro en el árbol.

El control de estas alteraciones, así como la posibilidad de retrasar la maduración de los frutos, permite mantenerlos en el árbol en adecuadas condiciones de calidad, consiguiéndose así, no sólo escalonar la recolección, sino también disponer de un mayor margen de maniobra comercial.

El control más eficaz, de forma general, es aquel que se anticipa a la aparición de las condiciones climáticas que los provocan. Es el caso por ejemplo, de las alteraciones conocidas como clareta, el rajado de los frutos, etc.

La Clareta:

Es un desorden fisiológico que se produce en el tejido blanco y esponjoso interno de la corteza, denominado albedo. La clareta produce un colapso de dicho tejido, caracterizado por la presencia de pequeñas grietas y roturas que alteran con áreas de abultamiento de la corteza, lo que provoca una depreciación comercial de los frutos afectados. Como consecuencia de esos agrietamientos internos, la parte exterior de la corteza pierde consistencia y se ablanda, con lo que se reduce su capacidad de almacenamiento, transporte y conservación, produciéndose un destrío que, algunos años, representa una cantidad importante.

En un estudio recopilatorio sobre esta alteración, se apunta que hay años o cosechas de mucha clareta y otros de poca o casi nula, lo cual parece implicar, directamente, a algún factor climatológico como agente causal (directo o indirecto) de la alteración.

Factores:

Los factores climáticos influyen de modo decisivo. Las fluctuaciones de humedad y la diferencia entre las medias de las temperaturas máximas y mínimas determinan su incidencia e intensidad. Esta última, a su vez, se halla asociada a cosechas elevadas y es mayor cuanto mayor es esta. Otros factores, como el tipo de suelo, la posición del fruto en el árbol, el portainjerto, el riego y la fertilización, parece ser que tienen incidencia en su aparición.

También se ha comprobado que se presenta más en frutos procedentes de árboles adultos; que cuanto mayor sea el número de frutos afectados en un árbol, mayor será la intensidad de la alteración en cada fruto; y que cuanto menor sea el tamaño del fruto y menor el espesor de la piel, tanto mayor será la incidencia de la clareta. Aunque la presencia de esta anomalía se atribuye a un origen genético, todo aquello que contribuya a debilitar o engrosar la corteza del fruto tiene su influencia, ya que los primeros síntomas son visibles a los ocho días del cuajado y, a los dos meses, ya se observa la desintegración del albedo.

Por tanto, el tipo y textura del suelo, las buenas prácticas del cultivo, el estrés hídrico durante el verano, etc., pueden influir positiva o negativamente en la presencia de clareta. El patrón puede influir sobre la sensibilidad de los frutos a esta afección, siendo el C. Volkameriana el que, marcadamente, induce menos clareta. En cuanto a las variedades, suelen presentar clareta la Navelina, Washington Navel, Valencia Late, Clementinas y Fortune.

agrobeta-especial-citricos

Control:

Puesto que la clareta afecta con mayor intensidad a los frutos de menor tamaño y menor espesor de la piel, todas aquellas prácticas de cultivo que permitan regularizar la producción y que la fruta alcance, dentro de las características propias de cada variedad, un buen tamaño, serán beneficiosas. Así, debe evitarse la alternancia productiva (vecería), ya que el año de elevada cosecha, esta será excesiva y, muy probablemente, los frutos serán de tamaño pequeño; realizar podas que ayuden a equilibrar los árboles entre vegetación y producción; si es posible, realizar la recolección en el momento de madurez, sin retrasarla excesivamente; valorar, en su caso, la conveniencia de efectuar algún tratamiento de engorde del fruto, así como la realización de un aclareo manual de frutos.

Por otra parte, en cuanto a las prácticas de cultivo y con referencia al abonado, debe procurarse que este sea equilibrado, fraccionando las aportaciones nitrogenadas y procurando un estrés hídrico marcado, que llevaría una parada del crecimiento del fruto y, al volver a regar o tras una lluvia, habría un aumento rápido del tamaño del fruto y la probable inducción a la clareta.

Las dos épocas de máxima sensibilidad, según el estudio de Juan y Puchades, parecen ser julio y septiembre-octubre, según variedades más o menos tardías. Aunque algunas parcelas presentan la alteración de forma sistemática, y en ellas hay que modificar los factores de cultivo para intentar corregirlos, no hay que olvidar que la clareta se hace más visible con la permanencia de la fruta en el árbol, siendo uno de los factores que contribuyen a la pérdida de calidad de la fruta una vez madura.

Tratamiento correcto:

El efecto de este tratamiento es más el de retrasar la aparición de la clareta que el de impedir su presencia, lo cual permite, en teoría, un mayor período de comercialización de la fruta en mejor estado. En función de la importancia del problema, se tomará la decisión de realizarlo. La aplicación de ácido giberélico hacia finales del mes de julio reduce la incidencia de clareta, sin retrasar el cambio de color, lo que tiene interés en variedades de recolección precoz, como Navelina. Un buen control se consigue, también, si se aplica próximo al cambio de color o durante este, aunque retrasa la maduración externa. Hay que tener en cuenta que la incidencia de la clareta aumenta con la permanencia de la fruta madura en el árbol.

El rajado de frutos

Esta alternación fisiológica, consiste en el agrietamiento de la corteza, aunque puede presentarse en todas las variedades, es especialmente importante en las mandarinas Nova y Ellendale, y en menor medida se puede presentar de forma significativa en Navelina. Las causas que provocan el rajado, aunque no está claramente determinadas, parece que están relacionadas con cambios fuertes de humedad, períodos de sequía seguidos de lluevias, desequilibrios hídricos, etc., influyendo, también, otros factores, como las condiciones del suelo y deficiencias nutricionales.

Se ha comprobado que, normalmente, las apariciones de la alteración suelen presentarse por el mes de agosto, tras las lluvias de verano. La presencia del agrietado es muy variable tanto entre parcelas como entre años, lo que indica la influencia que, en su aparición, tienen las condiciones climáticas y edafológicas. En general, los frutos de corteza delgada son más propensos a sufrir anomalía. Los métodos utilizados para controlar el rajado o reducir la incidencia del mismo se hallan estrechamente relacionados con las causas que lo producen. Así, la fertilización potásica ha dado, en numerosas ocasiones, buenos resultados, aunque estos pueden ser variables en función de las características de la parcela, el tipo de cultivo o la variedad. En general, las aportaciones de potasio aumentan el espesor y la resistencia de la corteza.

Igualmente, la aplicación de nitrato cálcico a concentración 2% durante el verano también reduce la incidencia del rajado, aunque resulta ineficaz en parcelas con una baja incidencia natural de la alteración. Los mejores resultados se logran con la aplicación de fitorreguladores, aunque a veces la respuesta se ha mostrado errática. Actualmente el fitorregulador que se debe utilizar el ácido giberélico a concentración de 20 ml/l. Aplicándolo a finales de los meses de junio y julio, reduce significativamente el rajado, sobre todo en mandarina Nova. La adición de nitrato cálcico al 2% puede mejorar los resultados.

agrobeta-citrum-eco

Granulación de frutos:

Es una alteración que puede afectar a los frutos de algunas variedades de cítricos, especialmente naranjas de media estación y tardías, aunque también algunas mandarinas, cuando se mantienen en el árbol tras su maduración. La alteración consiste en una desecación parcial de la parte del fruto, normalmente la próxima al pedúnculo, que va agravándose conforme avanza la maduración. En las naranjas de la variedad Valencia y mandarinos e hídridos, la granulación aparece solamente en la zona del pedúnculo del fruto, sobre todo en los de mayor tamaño; y en las variedades del grupo Navel, esta alteración se presenta desde la zona peduncular hasta el centro del fruto, avanzando con el tiempo de permanencia en el árbol.

Los frutos afectados por esta alteración poseen vesículas de gran tamaño, de paredes gruesas y secas, con poco zumo, en comparación con los sanos. Las celdillas que contienen el jugo pueden llegar a perder hasta un tercio, gelificándose parte de sus sólidos solubles y tomando un aspecto cristalino, endurecido y granular, de color pálido y sabor insípido, pudiendo dar la sensación de estar helados. El origen de esta alteración se relaciona con un incremento de la respiración del fruto, sugiriéndose que la energía producida es utilizada en el engrosamiento y modificación de las paredes celulares. El hecho de que estos cambios se incrementen con la edad del fruto, es la razón por la cual la granulación se ha relacionado con el envejecimiento del mismo.

El contenido en elementos minerales, magnesio y calcio también se ha relacionado con la incidencia de esta alteración. El portainjerto es decisivo en la presencia y evolución de esta anomalía, pues los patrones vigorosos inducen mayor cantidad de frutos afectados y estos, a su vez, lo están con mayor intensidad. El tamaño del fruto, su posición en el árbol, el retraso en la recolección, los suelos arenosos y con escasa capacidad de retención de agua, las altas temperaturas tras el cambio de color del fruto o temperaturas alrededor de 0 ºC durante el invierno, floraciones tardías, etc., son algunos de los factores que se han relacionado como influyentes en este desorden fisiológico.

En las condiciones climáticas de nuestra citricultura, esta alteración se encuentra circunscrita a zonas determinadas, con suelos ligeros y temperaturas medias elevadas a lo largo del año. Por ello que es difícil luchar contra esta alteración, y hasta hoy solo queda recomendar el adelanto de la recolección de aquellas parcelas o  variedades que presenten tendencia habitual a la granulación. En su caso, la aplicación de fitorreguladores, en particular de ácido giberélico, se ha mostrado eficaz en algunas situaciones para controlar la granulación. En concentraciones de 15 mg/l de ácido giberélico, se ha conseguido reducir en más de 50 por ciento la alteración en naranjo dulce.

Los desórdenes fisiológicos que se han descrito van ligados, principalmente, al alargamiento de la permanencia del fruto en el árbol y al retraso de la recolección, por lo que, en ocasiones, una forma de reducir el nivel de alteración es procurar recolectar la fruta cuanto antes. Por otra parte, debe procurarse efectuar un manejo adecuado del cultivo, especialmente la fertilización y el riego, además de realizar un abonado equilibrado, sin excesos ni déficits, aportando unos buenos niveles de potasio y calcio en los frutos, que ayudan a reforzar las paredes celulares de la corteza. Por último, deben evitarse situaciones de estrés hídrico, realizando riegos regulares y uniformes.

 

Fuente:

– Asociación valenciana de Agricultores. AVA-ASAJA. 2012.

– Foto: Tecnoagrícola.

 

 

 

Hay un comentario

Interesante blog

Por juan bohigues | 1 febrero, 2014

Deja tu comentario

Nombre (requerido)

E-mail (requerido)

Web

Comentarios

Alfredo Corrochano 111 - Pol. Ind. El Viso (29006) Málaga - Tel./Fax : +34 902 120 902 - info@agrobeta.com - Aviso legal