Cultivar tomates en casa

Publicado el 20/05/2014 por info@agrobeta.com

Lo primero que necesitamos para cultivar tomate en casa, es elegir el tipo de tierra que vamos a utilizar ya que no nos sirve la que solemos tener en casa para nuestras plantas. El tomate necesita suelos ricos, esto se puede lograr tratando previamente la tierra con estiércol,  con compost o con algún fertilizante de liberación lenta.

La planta de tomate necesita una maceta que contenga al menos 20 litros de sustrato o al menos 55 cm de diámetro. Esta planta crece alrededor de 1,20 cm de altura y un contenedor o maceta más pequeño restringe el crecimiento. En el mercado se pueden encontrar diferentes tipos de macetas entre las que podremos elegir la que más se adapte a nuestras necesidades.

Existen diferentes variedades de tomates, las variedades grandes y vigorosas que crecen en enredaderas requieren un soporte resistente y de gran tamaño. Existen variedades pequeñas de tomates como Patio, Pixie, Toy Boy y Tumbling Tom. Estas tomateras maduran rápidamente y producen mayormente frutos de tamaño pequeño a mediano en 60 a 75 días. Los tomates Cherry pueden cultivarse en tiestos colgantes y caer en cascada hacia abajo.

Las semillas de tomates se pueden comprar en un invernadero o tienda especializada y de la variedad de tomates que más nos guste.

Podemos también recogerlas de algún tomate de manera muy fácil: Elegimos un tomate sano y bien maduro, lo cortamos al medio y extraemos las semillas con una cucharilla. Las ponemos en un colador y las llevamos bajo el grifo. Con el chorro de agua sobre ellas, las movemos con la cucharilla o con los dedos para que desprendan toda la carne que tiene adherida, las secamos sobre un papel de cocina y las dejamos secar al aire, una vez secas ya las podremos sembrar.

La siembra la realizaremos a finales de abril o principios de mayo ya que requieren una temperatura mínima de 13-14 Grados. Se pueden sembrar en semilleros o en pequeños recipientes, cuando las plantas alcanzan unos 6 u 8 cm las trasplantaremos de maceta. Las colocaremos de forma individual, cada una en una maceta procurando que no sufran mucho en el trasplante, para ello regaremos abundantemente el semillero para que salgan con facilidad y no se les rompan las raíces. Rellenaremos con unos centímetros de sustrato el fondo del tiesto y colocaremos la planta en el centro, de forma que quede la mayor parte del tallo dentro del tiesto, cubrimos alrededor de la planta con más tierra y la asentamos con cuidado. Este proceso lo realizaremos de manera rápida para que las raíces no estén mucho tiempo al descubierto. Luego regaremos abundantemente y los primeros días las mantendremos todo el tiempo protegidas.

Al cabo de unas seis semanas o cuando las plantas alcancen los 15 cm de altura, volveremos a realizar otro trasplante, esta vez ya a su lugar definitivo. En el fondo de la maceta pondremos unos 3 cm de guijarros, cascotes o piedrecitas que sirvan de drenaje y luego lo cubrimos con unos centímetros de mezcla de cultivo  la que añadiremos una buena ración de abono orgánico o compost.

Cortamos las hojas inferiores del plantón con unas tijeras, dejando solo la roseta superior. Así quedará bastante tallo libre que podamos sepultar en la tierra a fin de que desarrolle un fuerte sistema radicular. Al mismo tiempo que la planta, colocamos un tutor  de más o menos un metro y medio de alto para ir agarrando la planta según va creciendo. Pondremos la maceta en un lugar abrigado pero soleado y la regaremos con regularidad, teniendo cuidado de no mojar las hojas ya que esta planta es propensa a adquirir enfermedades y no regarla con mucha frecuencia pero si vértele una buena cantidad de agua cada vez que se riegue.

La planta de tomate puede crecer mucho y llegar a ser una planta muy dispersa, pero esto no es tan bueno, porque puede que no de frutos. Lo mejor es despuntar los ápices principales (ramas de la punta) de la planta después de que haya alcanzado una altura de poco más de un metro. También es una buena práctica despuntar con los dedos los pequeños brotes que surgen donde se unen los pecíolos con el tallo principal.

La recolección se inicia a finales de agosto. Van madurando poco a poco por lo que la temporada se extiende bastante.

Entre las enfermedades del tomate podemos destacar:

–          Ceniza u Oidio

–          Podredumbre gris (Botritis)

–           Podredumbre blanca

–          Mildiu

–           Alternariosis del tomate

–           Fusarium

–          Verticilium

–           Damping-off

–           Bacterias

–           Vírus

Otras alteraciones:

–           Podredumbre apical fruto

–          Golpe de sol

–          Rajado de frutos

–          Carencias de nutrientes.

Entre las carencias nutricionales, las más frecuentes son:

–          Nitrógeno: presenta hojas débiles y de colores verde-amarillentas.

–          Magnesio: presenta hojas de colores entre blancos y amarillos con manchas marrones.

–          Fósforo: se manifiesta sobre todo en las flores, las cuales se secan prematuramente, además de que tardan en formarse y abrirse.

–          Potasio: se manifiesta en la forma y color de las hojas, las cuales se doblan por su borde, se quedan pequeñas y amarillean hasta tornarse grises. Si la falta de potasio persiste, estos síntomas progresan hasta que alcanzan la parte superior de la planta.

–          Manganeso, se manifiesta con manchas amarillas internerviales que posteriormente se necrosan. Aparece inicialmente en hojas jóvenes. También se observa una reducción de la floración.

–          Calcio, esta carencia es bastante común y las plantas afectadas reducen su vigor, los bordes de hojas jóvenes se necrosan y se curvan en forma de cuchara. No obstante, el síntoma más característico es la pudrición apical de frutos.

 

 

 

Fuente:

– El huerto de Urbano. 30/11/2010

 

Deja tu comentario

Nombre (requerido)

E-mail (requerido)

Web

Comentarios

Δ